miércoles, 14 de noviembre de 2012

Juan Pablo II y el equipo ciclista Zor.

No me gusta mezclar política ni religión con el deporte pero en este caso es un documento curioso que ha caído en mis manos.


Es el discurso que hizo en una recepción el papa Juan Pablo II en Junio 1985 ante el mítico equipo ciclista Zor dias antes que comenzase el Tour de Francia en el que Alvaro Pino quedo en la general 19º a 21´35" de Bernard Hinault
En este equipo entre otros militaba Álvaro Pino, Juan Fernández, Rodríguez Magro, Marc Duran…



DISCURSO DEL PAPA JUAN PABLO II
A LOS MIEMBROS DEL EQUIPO CICLISTA ESPAÑOL
«ZOR»
Lunes 10 de junio de 1985
Es para mí motivo de viva satisfacción recibir en esta mañana a los miembros del equipo ciclista español “ZOR” junto con sus técnicos y demás personas que les acompañan y asisten.

A todos y a cada uno de vosotros, así como a los compañeros españoles del deporte que representáis, quiero reservar un cordial saludo.

La práctica del deporte en su sentido más noble y auténtico trae siempre a la memoria el ideal de virtudes humanas y cristianas que, no solamente contribuyen a la formación física y psíquica, sino que también inician y estimulan a la fuerza y a la grandeza moral y espiritual. El deporte, vosotros lo sabéis bien, es escuela de lealtad, de coraje, de tolerancia, de ánimo, de solidaridad y espíritu de equipo. Todas estas virtudes naturales son, con frecuencia, como el soporte en que se asientan otras virtudes sobrenaturales.

En vuestra vida como profesionales del ciclismo y en vuestros quehaceres familiares y sociales, no olvidéis de poner en práctica ese cúmulo de pequeñas o grandes acciones de autodominio, simplicidad, honestidad y respeto del otro, que se aprenden en la actividad deportiva. Evitad todo lo que sea deslealtad, ventajismo y juego sucio, pues ello degrada vuestra profesión v hace desmerecer a los ojos de Dios.

Con San Pablo os digo: “Corred así para ganar” (1 Cor. 9, 24); pero, también con el Apóstol, os recuerdo que como creyentes habéis de ser deportistas que corren para ganar la corona que no se marchita (Cfr. ibid. 9, 25).

Y, ya para terminar, quiero agradeceros vuestra presencia y los obsequios que simbolizan vuestra actividad ciclista y que habéis querido presentar como acto de homenaje y cercanía al Sucesor de Pedro.

Mientras ruego al Señor que derrame sobre todos vosotros los aquí presentes, sobre vuestras familias y vuestros compañeros de profesión abundantes dones que os sostengan en vuestra vida deportiva y cristiana, me complazco en impartir con afecto la Bendición Apostólica.

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